El 26 de octubre de 2017, Carles Puigdemont recibió un mensaje de su colaborador Víctor Terradellas, quien, a instancias de Artur Mas, se encargaba de la representación internacional del partido. “A las 5 venía el emisario de Putin”, decía el mensaje. En la sede de la presidencia catalana se llevó a cabo una reunión con un ruso llamado Nikolay Sadovnikov. Este sugirió que una Cataluña independiente se convirtiera en un paraíso para las criptomonedas, permitiendo su desarrollo con libertad y condiciones favorables. Unos meses antes, Vladímir Putin había dado indicaciones de que Rusia avanzara en ese método de pago, anticipando sanciones por las invasiones de Ucrania.
Este fue un momento crucial en unos contactos que han sido investigados por la inteligencia, la policía y la justicia. Según los escritos del juez, estos hechos podrían constituir un delito de alta traición, lo cual los haría excluibles de la amnistía aprobada por el gobierno español. El libro “La trama rusa” incluye los hechos, y solo los hechos de unas gestiones secretas que duraron años.
En la Casa de Canonges se produjo una reunión entre Puigdemont y un supuesto “emisario de Putin”. En dicha reunión, se ofrecieron soldados y el pago de la deuda catalana. Puigdemont nunca detuvo estos contactos; al contrario, se intensificaron cuando Terradellas, detenido, fue sustituido por el jefe de gabinete de Puigdemont, Josep Lluis Alay, en Bruselas. El informe de la policía judicial, reproducido a continuación, refleja estas comunicaciones y las referencias a Putin en los mensajes recibidos por Puigdemont horas antes de darse a la fuga.
Un registro policial en una investigación por malversación permitió destapar gran parte de la trama rusa. En la residencia de Víctor Terradellas, sede de la fundación CatMon, se encontró una libreta con anotaciones sobre Puigdemont, su participación en el foro de Crans Montana en Suiza (al que ha asistido repetidamente), y las palabras “Putin” y “financiación”.
Terradellas mantuvo contactos con personas que describió a Puigdemont como emisarios del Kremlin, e incluso consideró la posibilidad de organizar una videoconferencia entre el presidente catalán y Putin. Puigdemont estuvo al tanto de estas gestiones y nunca se desentendió de ellas. Terradellas estaba tan convencido que llegó a posar con un certificado falso por un valor de 500.000 millones para pagar la deuda catalana una vez se declarara la independencia. En la famosa reunión con Puigdemont, se llegó a proponer un estrambótico envío de 10.000 soldados. "Puigdemont se cagó en los pantalones", comentó un colaborador suyo.
Tras la detención de Terradellas, el nuevo jefe de gabinete de Puigdemont, Josep Lluis Alay, viajó a Moscú. Durante sus viajes, estableció contactos con políticos, periodistas y espías influyentes en Rusia, con quienes mantuvo comunicaciones frecuentes, reflejadas en las intervenciones policiales. En una conferencia en Moscú, se le puede ver hablando junto a un influyente analista vinculado al Kremlin y a la ultraderecha alemana, a su derecha, y un ciudadano ruso que la Policía Nacional cree que es empleado de los servicios de inteligencia de su país.
Sin embargo, fueron los demócratas en el Senado de EE.UU. quienes en 2018 señalaron, en referencia a las injerencias rusas en Cataluña, la posibilidad de lazos con la mafia rusa. Esto reveló vínculos que iban más allá del interés político. Incluso meses después, el nuevo equipo de Puigdemont se acercó a un condenado por integrar una organización delictiva, extraditado a Rusia, en lo que la policía cree que fue un intento de obtener fondos para el independentismo. Los implicados aseguran que solo exploraban posibles opciones de representación legal.
Todos estos detalles están recogidos en “La trama rusa”, una investigación que se originó a partir de mis primeras noticias sobre injerencias de medios de propaganda rusa en Cataluña en 2017. La obra incorpora información publicada por periodistas que siguieron la pista y mantuvieron viva una investigación crucial para entender las campañas de desestabilización rusas en Europa. Entre ellos se encuentran Jesús G. Albalat y Marc Marginedas en El Periódico; Xavier Colás en El Mundo; José María Olmo y Marcos Lamelas en El Confidencial; Javier Chicote en ABC; Michael Schwirtz y José Bautista en The New York Times, y muchos otros.